Aprobado el uso medicinal de extractos del cannabis en EspaƱa

 

 

 

PeriĆ³dico ExpansiĆ³n, 22 de junio de 2022:

"La ComisiĆ³n de Sanidad y Consumo del Congreso ha dado vĆ­a libre hoy al informe definitivo sobre la regulaciĆ³n del cannabis para uso medicinal que propondrĆ” garantizar la disponibilidad de medicamentos derivados de cannabis para su uso terapĆ©utico con control mĆ©dico y farmacĆ©utico que abre la posibilidad a su dispensaciĆ³n en farmacias.

La SubcomisiĆ³n sobre cannabis medicinal del Congreso de los Diputados ha votado hoy de forma positiva a dar el aval al informe final de conclusiones para regular el uso terapĆ©utico de esta sustancia con los votos a favor de PSOE, Unidas Podemos (UP), Ciudadanos, PNV y PDeCAT, la abstenciĆ³n de ERC y Bildu y el voto en contra de PP y Vox. El informe abre la puerta a la dispensaciĆ³n del cannabis medicinal en farmacias comunitarias como pedĆ­an UP y otros grupos."

La costumbre es una fuente de derecho. Los espaƱoles llevamos siglos fumando flores hembra de cannabis secas, utilizando la planta para la fabricaciĆ³n de telas, cuerdas, papel, material de construcciĆ³n, jabones, lejĆ­as, aceites y otros derivados, y consumiendo caƱamones en tortas, gachas, ensaladas y otros platos, siendo una fuente fundamental de Ć”cidos grasos omega 3 y 6. En los yacimientos arqueolĆ³gicos de La AljaferĆ­a (Zaragoza), en estudios dirigidos por el catedrĆ”tico MartĆ­n Bueno, se encontraron pipas de los siglos X y XI, cuando aĆŗn no habĆ­a llegado el tabaco de AmĆ©rica y la religiĆ³n imperante era la musulmana. En aquel entonces, Avicena habĆ­a sistematizado el uso terapĆ©utico del cannabis en la medicina Ć”rabe de la Ć©poca. De hecho, sus usos medicinales ya figuran en el primer tratado mĆ©dico de la historia, el Pen Tsao chino, del aƱo 2.600 a.C., y luego son referidos por Galeno, DioscĆ³rides y Paracelso. Ya aproximadamente un milenio antes de aparecer en el tratado chino, figuraba en el Ayur-Veda hindĆŗ como vehĆ­culo de felicidad y misticismo.

 

En Barcelona nace ARSEC (AsociaciĆ³n RamĆ³n Santos de Estudios del Cannabis) en 1991 y lleva a cabo un cultivo de cannabis para sus socios, por el cual finalmente cuatro de sus dirigentes fueron condenados a 6 meses de cĆ”rcel y 500.000 pesetas de multa. En 1995, Fernanda de la Figuera sale absuelta de delito contra la salud pĆŗblica por cultivo de cannabis para su consumo personal. En el aƱo 1996 toma forma la Coordinadora Estatal de Organizaciones por la NormalizaciĆ³n del Cannabis, como plataforma de reuniĆ³n de las diferentes asociaciones nacidas en EspaƱa en defensa de los derechos de los consumidores de cannabis, como respuesta a la aprobaciĆ³n de la Ley de Seguridad Ciudadana 1/92 (Ley Corcuera), que castigaba administrativamente la tenencia y consumo pĆŗblicos de cannabis y otras drogas ilegales. En 1997, el Tribunal Supremo avala la legalidad de los registros selectivos de la ciudadanĆ­a para la detecciĆ³n de cualquier cantidad de droga, amparĆ”ndose en la presunta alarma social creada por el trĆ”fico de drogas. En junio de este mismo aƱo nace la revista CƔƱamo, que parte de un grupo de socios de ARSEC. TambiĆ©n ese aƱo la asociaciĆ³n vasca Kalamudia realiza un cultivo para sus socios, y por dos veces es archivada la causa abierta. En 1999, la profesora Susana Soto presenta en las II Jornadas La Bella Flor el estudio realizado por el profesor Juan MuƱoz y ella misma, bajo la batuta del catedrĆ”tico JosĆ© Luis DĆ­ez-RipollĆ©s para el Instituto Andaluz de CriminologĆ­a a instancias de la Presidencia de AndalucĆ­a sobre la posibilidad de distribuciĆ³n legal de cannabis o sus derivados en el marco legal existente por entonces. ConcluĆ­a que para la distribuciĆ³n terapĆ©utica no habĆ­a mĆ”s problema que la voluntad de los legisladores, y que la distribuciĆ³n de dosis de consumo inmediato en el marco de un club privado exclusivamente para sus socios no serĆ­a constitutiva de delito, segĆŗn la jurisprudencia del Tribunal Supremo con respecto al consumo compartido. TambiĆ©n en 1999 se abre en Barcelona la primera grow-shop del estado espaƱol. Un estudio habĆ­a llegado a la conclusiĆ³n de que, segĆŗn los tratados y legislaciĆ³n vigentes, en Europa se podĆ­an abrir tres tipos de establecimientos comerciales antiprohibicionistas: las hemp-shops, las grow-shops y las smart-shops

Las smart-shops eran tiendas en las que se distribuĆ­an extractos herbales de plantas legales que producĆ­an efectos similares a los de las drogas prohibidas. En EspaƱa fueron perseguidas y obligadas al cierre, siendo eliminada la secciĆ³n correspondiente en otros comercios mĆ”s dedicados al cultivo y consumo de cannabis.

Las grow-shops fueron concebidas como comercio dedicado al cultivo de la planta. En ellas se venden semillas, tierra, abonos, macetas, equipos de iluminaciĆ³n y todo lo necesario para el cultivo y consumo de cannabis.

Por otra parte estaban las hemp-shops, tiendas dedicadas a distribuir productos derivados del cƔƱamo. Ropa y accesorios, cosmĆ©ticos, papel... Este tipo de tienda que en Europa no deberĆ­a llamar la atenciĆ³n, pues se acepta el cultivo de cƔƱamo industrial mientras las flores de las plantas no superen el 0,2 % de THC, llevĆ³ a la cĆ”rcel a un matrimonio en 1996 en Estados Unidos, dejando a sus tres hijos bajo la tutela del Estado, pues ahĆ­ estaba prohibido el cultivo y distribuciĆ³n de cualquier producto derivado del cannabis, aunque su nivel de THC fuera inapreciable. Con la excusa de la marihuana, en 1937 prohibieron la planta para abrir mercado a los textiles sintĆ©ticos (y al algodĆ³n y sus terratenientes esclavistas), y luego ya se fueron aƱadiendo otros sectores beneficiados por la prohibiciĆ³n (alcohol, tabaco, farmacĆ©uticas, madereras, industria carcelaria...). En 1942, por necesidades bĆ©licas, no sĆ³lo retiraron la prohibiciĆ³n, sino que repartieron caƱamones entre los agricultores para cubrir las necesidades de cuerdas y telas del ejĆ©rcito norteamericano. Una vez acabada la 2ĀŖ Guerra Mundial, reimplantaron la prohibiciĆ³n. Para mĆ”s informaciĆ³n, ver El Emperador estĆ” desnudo: la conspiraciĆ³n del cƔƱamo y  la marihuana, de Jack Herer.

 


 

En EspaƱa, como decĆ­amos, de toda la vida se habĆ­a cultivado el cƔƱamo. Especialmente en AragĆ³n, donde durante siglos se encontraba la Ćŗnica delegaciĆ³n de la marina espaƱola, en Calatayud, para proveer de velas y cuerdas a las naves en los siglos dorados del imperio espaƱol, cuando en sus territorios no se ponĆ­a el sol. El cƔƱamo se cultiva especialmente bien entre 600 y 1.200 m. de altura, con lo cual el prepirineo, las faldas del Moncayo y el Maestrazgo tienen miles de hectĆ”reas idĆ³neas. En aquellos tiempos los carromatos iban de AragĆ³n a Galicia cargados de cƔƱamo y volvĆ­an llenos de congrio y otros pescados. A pesar de que Inocencio VIII prohibiera en 1484 el hachĆ­s, el cƔƱamo se seguĆ­a cultivando. Y allĆ” donde fueran las naves, con sus maromas y velamen de cƔƱamo (aguanta tres meses el salitre, mientras que el algodĆ³n apenas aguanta uno), y caƱamones para cultivarlo allĆ” donde llegaran. La marihuana colombiana es descendiente de aquellos caƱamones. Pero a aquellas matriarcas que conservaban el conocimiento mĆ©dico ancestral de las plantas se las juzgaba por brujas y condenaba a la hoguera. Para curarse habĆ­a que rezar y expiar los pecaddos.

El Reino de EspaƱa tenĆ­a colonias, y consecuentemente tropas, en el norte africano (¡pobre Sahara!) y sus militares estaban habituados al consumo de kif, o grifa. Era una mezcla de marihuana picada (flores y hojas) y taba (el tabaco negro propio de la regiĆ³n). La generalizaciĆ³n del hachĆ­s vino mĆ”s tarde, sobre todo a partir de los setenta, cuando los hippies que habĆ­an viajado a la India transmitieron sus mĆ©todos a los magrebĆ­es. Durante muchos aƱos, a finales del siglo XX, el hachĆ­s marroquĆ­ fue prevalente en el mercado, hasta que las asociaciones, y la prensa y comercios especializados, impulsaron el autocultivo de marihuana y difundieron sus ventajas sobre el hachĆ­s del mercado negro y sus beneficios terapĆ©uticos. Muchos consumidores se iniciaron en el cultivo, mientras otros recurrĆ­an a asociaciones que seguĆ­an el modelo de Kalamudia y realizaban un cultivo colectivo en funciĆ³n de los socios inscritos en el momento de la siembra, y cuya cosecha podĆ­an ir recogiendo segĆŗn su conveniencia.

En diciembre del 2008, el autor de este blog fue absuelto por primera vez de distribuciĆ³n de marihuana en dosis de consumo inmediato, sin un cultivo previo a nombre de la asociaciĆ³n (la SECA). BasĆ”ndonos en el citado estudio Soto-MuƱoz, yo, como presidente de la asociaciĆ³n, me ocupaba de comprar la marihuana y la compartĆ­a con mis socios en dosis de consumo inmediato. 

En febrero del 2009 fui nuevamente detenido y acusado por el mismo delito, para ser absuelto con posterioridad por otro juzgado de lo penal. Pero en esta ocasiĆ³n el nuevo gobierno de Mariano Rajoy, tuvo tiempo de designar a un Fiscal Antidrogas que recurriese todas las absoluciones recientes de los tribunales de lo penal en materia de cultivo y distribuciĆ³n de cannabis. Y el juez ponente de la Audiencia Provincial, sin mĆ”s pruebas ni declaraciones de las ya figurantes en el sumario del caso, tergiversĆ³ todo de tal manera que fui condenado a un aƱo de cĆ”rcel, condena que quedĆ³ suspendida durante tres aƱos por carecer de antecedentes penales. Pero la semilla estaba sembrada.

Tras la primera absoluciĆ³n surgiĆ³ en Madrid el Cannabis Private Club, AIRAM en Barcelona... Poco a poco surgieron muchas nuevas asociaciones que no requerĆ­an de que el socio se inscribiese en mayo para adelantar los gastos del cultivo, a expensas de que los ladrones o las fuerzas de desorden pĆŗblico te dejasen sin plantaciĆ³n. A pesar de que unas cuantas asociaciones han desaparecido durante la pandemia y por actuaciones de las fuerzas del orden pĆŗblico, se calcula en torno al millar de clubs de consumidores de cannabis a lo largo y ancho de las EspaƱas. Cada cual funciona a su estilo. Las hay mĆ”s responsables, que celebran sus correspondientes asambleas con todos los socios y sĆ³lo les distribuyen a ellos, que pagan su correspondiente cuota anual, y requieren de que los nuevos miembros de la asociaciĆ³n vengas presentados por socios ya conocidos, sin mĆ”s publicidad que el boca a boca, y hay otras que aceptan socios por un dĆ­a, que hacen publicidad repartiendo octavillas por la calle, que son simplemente una banda que blanquea su negocio de venta de marihuana sin respetar los principios asociativos. Pero en lugar de legislar y regular estos clubes, cosa que intentaron los parlamentos catalĆ”n y navarro, y algunas ciudades como Barcelona, el Tribunal Supremo, de mayorĆ­a conservadora, decidiĆ³ que todos los clubs en que se haga distribuciĆ³n estĆ”n delinquiendo. Como consecuencia de ello, Albert TiĆ³ y VĆ­ctor SeguĆ©s, directivos de AIRAM, ingresaron en prisiĆ³n el 18 de noviembre de 2020, primeros presos polĆ­ticos por los derechos de los consumidores de cannabis del Reino de EspaƱa.

Como decĆ­amos, la costumbre es una fuente de derecho. Miles de ciudadanos llevan muchos aƱos abasteciĆ©ndose de cannabis seguro en sus clubs. Y se pretende negar ese derecho adquirido. Enfermos que ahora se estĆ”n abasteciendo de marihuana en ellos pasarĆ”n a tomar los extractos de las farmacĆ©uticas, sĆ³lo en determinados casos (un mĆ­nimo, teniendo en cuenta las mĆŗltiples dolencias para las que es efectiva la flor hembra seca del cƔƱamo, o marihuana), y veremos si esos fĆ”rmacos le resultan tan efectivos como la yerba. Pero el problema no se solucionarĆ” realmente hasta que se regulen los clubs de consumidores, se reconozca el derecho al cultivo y la tenencia para consumo personal sin la amenaza de la Ley de Seguridad Ciudadana, se distribuya en herboristerĆ­as, y tambiĆ©n, por quĆ© no, se distribuyan extractos en las farmacias al amparo de la Sanidad PĆŗblica, sin copagos, para que cualquiera pueda acceder a su medicina sin coste, en funciĆ³n de su situaciĆ³n socioeconĆ³mica. Pero si sĆ³lo se puede disponer de fĆ”rmacos a precios elevadĆ­simos, no arreglamos nada.

La Guerra contra las Drogas se diĆ³ por acabada en 2014. El Ćŗltimo Tratado Internacional sobre Estupefacientes caducĆ³ sin renovar en 2019. A continuaciĆ³n se declarĆ³ la pandemia y empezĆ³ la Farmacracia, pretendiendo imponer recortes a la libertad de informaciĆ³n, al derecho bioĆ©tico a la autonomĆ­a terapĆ©utica (a decidir quĆ© tratamiento deseamos para combatir nuestras dolencias - de la piel padentro mando yo), a la libertad de movimiento de los ciudadanos, al derecho (y deber) de trabajar… Unos paĆ­ses siguieron mĆ”s las instruccciones de la OMS y otros menos. En EspaƱa fuimos de los que mĆ”s las seguimos (incluidas las prohibiciones de autopsias y la obligatoriedad de la incineraciĆ³n, que impiden cualquier avance en el conocimiento del mecanismo de actuaciĆ³n del coronavirus), se vacunĆ³ una gran mayorĆ­a de la poblaciĆ³n, y ahora nos enfrentamos a la octava ola (dicen). Sin embargo, no hay constancia de que en Ɓfrica haya ningĆŗn problema. Claro es que ahĆ­ la mayorĆ­a de muertes siguen produciĆ©ndose por hambre, la mayor pandemia que lleva sufriendo el planeta y que pocos intentan remediar.

 

 

 

 

 

 

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